LA IGLESIA PRIMITIVA

¿Estás listo para la muerte? ¡Piénsalo!

¿Estás listo para la muerte?
  ¡Piénsalo!

Todos moriremos inevitablemente. ¿Y luego?... “Todos han de morir una sola vez, y después vendrá el juicio.” Hebreos 9:27.

“Todos tenemos que presentarnos ante el Tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponde, según lo malo o lo bueno que haya hecho mientras estaba en el cuerpo.” 2ª Corintios 5:10.

¿Estás preparado para dar las cuentas a Dios? ¿Tolerará él tus pecados? De Dios se dice: “Tú eres demasiado puro para consentir el mal o contemplar la iniquidad.” Habacuc 1:13.

¿Cuál es la consecuencia?

“Todos han pecado y están lejos de la presencia gloriosa de Dios.” Romanos 3:23. (Por causa de nuestro pecado, estamos separados de Dios para siempre.)

¿Qué es pecar?

“El que sabe hacer bien, y no lo hace, comete pecado.” Santiago 4:17.

Hay muchos pecados; tan sólo por citar algunos ejemplos, en la Biblia se mencionan las siguientes actitudes y conductas como pecados ante Dios: fraude, adulterio, fornicación, homosexualidad y lesbianismo, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, odio, envidias, homicidios, borracheras, robo, avaricia, malas palabras y obscenidades, rencor, mentiras, malos pensamientos, chismes, vanidad, soberbia, egoísmo... Y la lista continúa... (Puedes confirmar lo anterior leyendo en cualquier Biblia los siguientes párrafos:

1ª Corintios 6:9-10,

9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,

10 Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.

Gálatas 5:19-21,

19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,

20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, Marcos 7:21-23, Romanos 1:21-23.)

¿Qué puedes hacer entonces?

“Vuélvanse a Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados.” Hechos 3:19.

¿Qué es volverte a Dios?

“Cuando Dios resucitó a Su Hijo, lo envió a ustedes, para bendecirlos, para que cada uno se convierta de su maldad.” Hechos 3:26.

“Al que disimula su pecado, no le irá bien; pero el que lo confiesa y lo deja, será perdonado.” Proverbios 28:13.

“Los que honran a Dios obedecen lo que él ordena; aquellos que lo aman hacen lo que él quiere.” Eclesiástico 2:15.

(Volverte a Dios es reconocer tu maldad y abandonar todos tus pecados por completo, para ahora, con amor y respeto, obedecer a Dios como tu Amo en todo, especialmente en lo que él dice en Mateo del 5 al 7.)

Si te vuelves a Dios de corazón, podrás tener fe: “El reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias.” Marcos 1:15.

¿Qué es tener fe en sus buenas noticias?

Es confiar con convicción en la buena noticia de que sólo por la muerte y la sangre de Cristo, Dios te limpia de todo pecado, es decir, te perdona completamente de todo pecado, es decir, te perdona completamente y te da un poder sobrenatural para ya no pecar más, y, si permaneces viviendo en la luz, es decir, si le sigues obedeciendo, te salvarás del lago de fuego, que es el Justo castigo de Dios. “Pero si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces... la Sangre de Su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.” 1ª Juan 1:7.

Recuerda: No podrás cambiar tu decisión acerca de Cristo después de tu muerte. Y puedes morir en cualquier momento.

¡Por favor!: “Prepárate para encontrarte con tu Dios.” Amós 4:12.

Fragmentos de papías

papias

(Citas en la literatura cristiana primitiva)

I. Eusebio, Cronicón (Syncell 655, 14) por Olymp. 220

Ireneo y otros registraron que Juan el Teólogo y apóstol sobrevivió hasta los tiempos de Trajano; después de aquel tiempo, Papías de Hierápolis y Policarpo, obispo de Esmirna, que fueron oyentes suyos, llegaron a ser bien conocidos.


II. Eusebio, Hist. Ecl. iii. 36, 1. 2

En este tiempo floreció en Asia Policarpo, un discipulo de los apóstoles, que habia recibido el obispado de la iglesia de Esmirna de manos de testigos y ministros del Señor. En este tiempo se distinguió Papias, que era él mismo también obispo de la diócesis de Hierápolis.


III. Eusebio, Hist. Ecl. iii. 39

Existen cinco libros de Papias, que tienen el titulo de Exposiciones de los Oráculos del Señor. De éstos Ireneo hace también mención como los únicos libros que escribió, con las siguientes palabras: «Estas cosas testificó Papias, que fue oidor de Juan y compañero de Policarpo, un hombre digno antiguo, al escribir en el cuarto des us libros. Porque hay cinco libros compuestos por él. Hasta aqui Ireneo.

Con todo, Papias mismo, en el prefacio de sus discursos, no declara, por cieno, que él mismo fuera oyente y testigo de vista de los santos apóstoles, pero muestra, por el lenguaje que usa, que recibió las materias de la fe de los que fueron amigos de ellos.

Pero yo no tendré escrúpulos también en citaros un lugar (de origen), junto con mis interpretaciones, de todo lo que he aprendido cuidadosamente y recordado cuidadosamente en el pasado de los ancianos, garantizándoos su verdad. Porque, al revés de muchos, no tuve placer en los que tienen mucho que decir, sino en los que enseñan la verdad; no en los que refieren mandamientos extraños, sino en aquellos (que dan testimonio de) los que dio el Señor para la fe, y se derivan de la misma verdad. Y también, siempre que venia una persona (cerca de mi) que habia sido seguidor de los ancianos, inquiria de él sobre los discursos de los ancianos: lo que habia dicho Andrés, o Pedro, o Felipe, o Tomás, o Jacobo, o Juan, o Mateo, o algún otro de los discipulos del Señor, o lo que dicen Aristión y el anciano (presbitero) Juan, discipulos del Señor. Porque no creia poder sacar tanto provecho del contenido de libros como de las expresiones de una voz viva y permanente.

Aqui vale la pena observar que él enumera dos veces el nombre de Juan. Primero lo menciona en conexión con Pedro y Jacobo y Mateo y el resto de los apóstoles, evidentemente indicando al Evangelista, pero el otro Juan lo menciona después de un intervalo y lo pone con otros fuera del número de los apóstoles, colocando a Aristión delante de él, y llamándole de modo bien claro un «anciano». Asi que por ello resulta bien evidente que es verdadera la afirmación de los que dicen que habia dos personas de este nombre en Asia, y que habia dos tumbas en Efeso, cada una de las cuales hasta el dia de hoy es llamada (la tumba) de Juan. Y es importante notar esto; porque es probable que fuera el segundo, si uno no quiere admitir que fuera el primero, que vio la Revelación que es atribuida al nombre de Juan. Y Papias, del cual estamos hablando ahora, confiesa que él ha recibido las palabras de los apóstoles de aquellos que los habian seguido, pero dice que él mismo era un oyente de Aristión y el anciano Juan. En todo caso, los menciona frecuentemente por su nombre, y además registra sus tradiciones en sus escritos. Basta de estos puntos que espero no han sido aducidos sin provecho.

Vale la pena, no obstante, añadir a las palabras de Papias que se dan en los otros párrafos suyos transcritos antes, en que él da testimonio de algunos otros sucesos maravillosos semejantes, que le habrian llegado por tradición. Ya se ha dicho que Felipe el apóstol residia en Hierápolis con sus hijas, y debe ser notado aqui que Papias, su contemporáneo, refiere que él habia oido una historia maravillosa de las hijas de Felipe. Porque él refiere que en su tiempo se levantó un hombre de los muertos, y también da otra historia maravillosa sobre Justo, que tenia por sobrenombre Barsabás, y que éste habia bebido un veneno mortal, y, con todo, por la gracia del Señor, no sufrió daño alguno. De este Justo, el libro de Hechos consigna que después de la ascensión del Salvador los santos apóstoles le designaron con Matias, y oraron pidiendo una elección (recta), en lugar del traidor Judas, que completara su número. El pasaje es más o menos como sigue: «Y presentaron a dos, José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo, y Matias; y oraron y dijeron.» Este mismo escrito ha registrado otras noticias que le habrian llegado por tradición oral, ciertas parábolas extrañas del Salvador y enseñanzas suyas, y algunas otras afirmaciones de un carácter más bien mitico. Entre las cuales él dice que habrá un periodo de unos diez mil años después de la resurrección, y que el reino de Cristo será establecido en forma material sobre esta tierra. Estas ideas supongo él las obtuvo por un malentendido de los relatos apostólicos, no dándose cuenta de que las cosas registradas alli en figuras se decian misticamente. Porque, evidentemente, era un hombre de capacidad muy humilde, como se puede juzgar de sus propias afirmaciones; pese a todo, se debe a él el que tantos padres de la iglesia después de él hayan adoptado una opinión semejante, instando en apoyo de la misma la antigüedad del hombre, como por ejemplo Ireneo y todos los que han declarado que sostenian ideas semejantes. Papias también da en su propia obra otros relatos de las palabras del Señor sobre la autoridad de Aristión, que ha sido mencionado antes, y tradiciones del anciano Juan. A éstos remitimos al curioso, y para nuestro propósito actual añadiremos meramente a sus palabras, que han sido citadas antes, una tradición que él refiere en las siguientes palabras, respecto a Marcos, el que escribió el Evangelio:

Y el anciano dijo esto también: Marcos, habiendo pasado a ser el intérprete de Pedro, escribió exactamente todo lo que recordaba, sin embargo no registrándolo en el orden que habia sido hecho por Cristo. Porque él ni oyó al Señor ni le siguió; pero después, como he dicho, (ayudó) a Pedro, el cual adaptó sus instrucciones a las necesidades (de sus oyentes), pero no tenia intención de dar un relato conexo de las palabras del Señor. Asi que Marcos no hizo distinción cuando escribió algunas cosas tal como las recordaba; porque en lo que tenia interés, era en no omitir nada de lo que habia oido, y en no consignar ninguna afirmación falsa en ello.

éste es, pues, el relato que da Papias respecto a Marcos. Pero, con respecto a Mateo, hace la siguiente afirmación:

Asi que entonces Mateo compuso las palabras en lengua hebrea, y cada uno las interpretó como pudo.

El mismo escritor empleó testimonios procedentes de la primera Epistola de Juan, y también de la de Pedro. Y ha referido otra historia sobre una mujer acusada de muchos pecados delante del Señor, que se halla en el Evangelio según los Hebreos.


IV. Pericope Adulterae; ver Westcott y Hort: The New Testament in the Original Greek, 1. p. 241, II. pp. 82 ss. 91; Lightfoot: Essays on Supernatural Religion, p. 203 ss.

Y se fueron cada uno a su propia casa; pero Jesús se fue al monte de los Olivos. Y temprano por la mañana Él volvió al templo, [y todo el pueblo se allegó a Él; y Él se sentó, y les enseñaba]. Y los escribas y los fariseos traen una mujer sorprendida en adulterio; y habiéndola puesto en medio, le dicen: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en adulterio, en el mismo acto. Ahora bien, en la ley de Moisés [se nos] manda que apedreemos a las tales; tú, pues, ¿qué dices? [Y esto lo decian para tentarle, para tener de qué acusarle.] Pero Jesús se inclinó, y con el dedo escribia en el sueJo. Pero cuando ellos siguieron preguntando [le], Él se levantó y [les] dijo: El que esté sin pecado entre vosotros, le eche la primera piedra. Y de nuevo se inclinó, y escribia en el suelo. Y ellos, cuando lo oyeron, se fueron uno a uno, empezando por los más ancianos; y Él se quedó solo, y la mujer alli donde estaba, en medio. Y Jesús se levantó, y le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te condena? Y ella dijo: Ninguno, Señor. Y Jesús le dijo: Ni yo te condeno; sigue tu camino; a partir de ahora no peques mas.


V. Felipe de Side (?), Hist. de Cristo

Papias, obispo de Hierápolis, que fue un discipulo de Juan el Teólogo y un compañero de Policarpo, escribió cinco libros de Palabras del Señor, en los cuales da una lista de los apóstoles, y, después de Pedro y Juan, Felipe y Tomás y Mateo, incluye entre los discipulos del Señor a Aristión y a un segundo Juan, a quien llamaba también «el anciano». [Dice] que algunos creen que este Juan es el autor de las dos Epistolas cortas y católicas, que son publicadas en el nombre de Juan; y da como razón el que los (padres) primitivos sólo aceptaran la primera epistola. Algunos también han considerado equivocadamente al Apocalipsis como suyo (esto es, del anciano Juan). Papias también está equivocado sobre el Milenio, y a partir de él Ireneo también. Papias, en su segundo libro, dice que los judios dieron muerte a Juan el Teólogo y a Jacobo su hermano. El mencionado Papias afirmó, bajo la autoridad de las hijas de Felipe, que Barsabás, que es también llamado el Justo, cuando le desafiaron a hacerlo algunos no creyentes, bebió veneno de serpiente en el nombre del Señor, y fue protegido de todo mal. Hace también otras afirmaciones maravillosas, y en particular sobre la madre de Manaim que resucitó de los muertos. En cuanto a los que fueron levantados de los muertos por Cristo, (afirma él) que ellos sobrevivieron hasta el tiempo de Adriano.


VI. Georgius Hamartolus, Cronicón

Después de Domiciano reinó Nerva un año, el cual mandó llamar a Juan de la isla (esto es, Patmos) y le permitió que residiera en éfeso. En este tiempo él era el único superviviente de los doce apóstoles, y después de escribir su Evangelio recibió el honor del martirio. Porque Papias, obispo de Hierápolis, que fue un testigo presencial suyo, en el segundo libro de las Palabras del Señor dice que fue muerto por los judios, y con ello, evidentemente, cumplió, junto con su hermano, la profecia de Cristo con respecto a ellos, y su propia confesión y empeño respecto a él. Porque cuando el Señor les dijo: ¿Podéis beber de la copa que yo bebo?, y ellos asintieron al punto, él dijo: Mi copa beberéis, y del bautismo que soy bautizado seréis bautizados. Y es natural que sea asi, porque es imposible que Dios mienta. Esto también afirma el sabio Origenes en su interpretación del Evangelio de san Mateo, que Juan fue martirizado, declarando que él habia sabido el hecho por los sucesores de los apóstoles. Y verdaderamente el bien informado Eusebio también, en su Historia Eclesiástica, dice: «Tomás recibió por suerte Partia, pero Juan, Asia, donde fijó su residencia, y murió en Efeso.»


VII. Jerónimo, de vir. illust. 18

Papias, un oyente de Juan, (y) obsipo de Hierápolis en Asia, escribió sólo cinco libros, que él tituló Una Exposición de los Discursos del Señor. En los cuales, cuando afirma en su prefacio que no está siguiendo afirmaciones promiscuas, sino que tiene a los apóstoles como sus autoridades, dice:

Yo acostumbraba inquirir lo que habian dicho Andrés, o Felipe, o Tomás, o Jacobo, o Juan, o Mateo, o cualquier otro de los discipulos del Señor, y lo que están diciendo Aristión y el anciano Juan, los discipulos del Señor. Porque los libros para leer no me aprovechan tanto como la viva voz resonando claramente en el dia de hoy en (la persona de) sus autores.

De lo cual se ve claro que en su lista de nombres hay un Juan que es contado entre los apóstoles, y otro, el anciano Juan, a quien enumera después de Aristión. Hemos mencionado este hecho a causa de la afirmación que hicimos antes, que hemos registrado bajo la autoridad de muchos, que las dos últimas epistolas de Juan no son (la obra) del apóstol, sino del anciano. Este (Papias) se dice que propagó la tradición judia de un Milenio, y que fue seguido por Ireneo, Apolinario y los otros, que dicen que después de la resurrección el Señor reinará en la carne con los santos.


VIII. Jerónimo, ad Lucinium Epist. 71(28), c. 5

Además, me ha llegado un falso rumor según el cual los libros de Josefo y los escritos de Papias y Policarpo han sido traducidos por mi; pero yo no tengo tiempo libre ni fuerza para traducir obras asi a otra lengua con la elegancia correspondiente.


IX. Jerónimo, ad Theodoram Epist. 75 (29), c. 3

Ireneo, un discipulo de Papias que fue oyente de Juan el Evangelista, refiere.


X. Andrés de Cesarea, Prefacio al Apocalipsis

Sin embargo, con respecto a la inspiración del libro (esto es, el Apocalipsis), consideramos superfluo escribir de modo extenso; puesto que el bienaventurado Gregorio (quiero decir el Teólogo) y Cirilo, y hombres de una generación pasada, asi como Papias, Ireneo, Metodio e Hipólito, dan testimonio de su autenticidad.


XI. Andrés de Cesarea, in Apocalypsin, c. 34, serm. 12

Pero Papias dice, palabra por palabra (le cito):

A algunos de ellos, claramente a los ángeles que eran santos al principio, El les dio dominio también sobre la ordenación del universo, y El los comisionó a que ejercieran su dominio bien.

Y dice luego:

Pero sucedió que su ordenación no sirvió de nada; porque el gran dragón, la antigua serpiente, que es llamada también Satanás y el diablo, fue echado, si, fue echado a la tierra, él y sus ángeles.


XII. Anastasio de Sinai, Contempl. Anagog. in Hexaëm, 1.

Teniendo su comienzo en Papias el grande, de Hierápolis, el discipulo del apóstol que reclinó su cabeza sobre el pecho de Cristo, y de Clemente, Panteno el sacerdote de los alejandrinos, y Amonio el gran erudito, estos antiguos y primeros expositores que están de acuerdo entre si en entender toda la obra de los seis dias (como refiriéndose) a Cristo y a su Iglesia.


XIII. Anastasio de Sinai, Contempl. Anag. in Hexaëm, vii

Asi pues, los expositores más antiguos de las iglesias, quiero decir Filón el filósofo, y contemporáneo de los apóstoles, y el famoso Papias de Hierápolis, el discipulo de Juan el Evangelista.., y sus asociados, interpretaron los dichos sobre el Paraiso espiritualmente, y los refirieron a la Iglesia de Cristo.


XIV. Iirineo, Haer., v. 33. 3, 4

La bendición asi predicha pertenece indudablemente a los tiempos del Reino, cuando los justos se levantarán de los muertos y reinarán, cuando también la creación renovada y liberada de servidumbre producirá una gran abundancia de alimento de todas clases, del rocio del cielo y la gordura de la tierra; como los ancianos, que vieron a Juan el discipulo del Señor, refieren que oyeron de él que el Señor acostumbraba enseñar respecto a aquellos tiempos y decir:

Vendrán dias en que crecerán vides, cada una de las cuales tendrá diez mil brotes, y cada brote diez mil ramas, y cada rama diez mil ramitas, y en cada ramita diez mil racimos, y en cada racimo diez mil granos, y cada racimo, una vez prensado, producirá veinticinco medidas de vino. Y cuando alguno de los santos habrá tomado en la mano uno de estos racimos, otro gritará: Yo soy un racimo mejor; tómame, bendice al Señor a través de mi. Del mismo modo, un grano de trigo producirá diez mil espigas, y cada espiga tendrá diez mil granos, y cada grano diez libras de harina fina, brillante y limpia, y los otros frutos, semillas y hierbas producirán proporciones similares, y todos los animales, usando estos frutos que son productos del suelo, se volverán pacificos y armoniosos, obedientes al hombre en toda sujeción.

De estas cosas Papias, que fue un oyente de Juan y un compañero de Policarpo, hombre respetado, dio testimonio por escrito en el cuarto de sus libros, porque compuso cinco. Y añadió, diciendo:

Pero estas cosas son creibles a los que creen. Y cuando Judas el traidor no creyó, y preguntó: ¿Cómo van a ser realizadas estas cosas por el Señor?, refiere que el Señor le dijo: Lo verán los que lleguen a estos (tiempos).


XV. Máximo el Confesor, Schol. in libr. Dionys. Areopag. de eccl. hierarch., c. 2

Los que practican la inocencia y sinceridad hacia Dios acostumbraban ser llamados niños, como también muestra Papias en el primer libro de las Exposiciones del Señor, y Clemente de Alejandria en el Pedagogo.


XIV. Máximo el Confesor, Schol. in libr. Dionys. Areopag. de eccl. hierarch., c. 7

Dice esto, él, indicando veladamente, supongo, a Pa pias de Hierápolis en Asia, el cual fue un obispo en aquel tiempo y floreció en los dias del santo Evangelista Juan. Porque este Papias, en el cuarto libro de sus Exposiciones Dominicales, menciona viandas como fuentes de deleites en la resurrección... E Ireneo de Lyon dice lo mismo en su quinto libro contra las herejias, y presenta en apoyo de sus afirmaciones al antes mencionado Papias.


XVII. Focio, Bibliotheca 232, sobre Stefanus Gobarus

Ni tampoco (sigue Stefanus) a Papias, el obispo y mártir de Hierápolis, ni a Ireneo, el santo obispo de Lyon, cuando dicen que el reino del cielo consistirá en el disfrutar de ciertos alimentos materiales.


XVIII. Compilado de Cramer, Catena ad Acta SS. Apost. (1838) p. 12 ss., y otras fuentes

Apolinario. «Judas no murió ahorcado, sino que vivió, pues fue cortada la cuerda antes que quedara asfixiado. Y los Hechos de los Apóstoles muestran esto, que cayó de cabeza y se abrió por la mitad, y salieron todas sus entrañas. Este hecho lo refiere más claramente Papias, el discipulo de Juan, en el cuarto (libro) de su Exposición de las Palabras del Señor, como sigue:

Judas anduvo por este mundo como un ejemplo terrible de impiedad; su carne hinchada hasta tal extremo que, donde un carro podia pasar sin estrechez, él no podia pasar, ni aun la masa de su cabeza meramente. Dicen que sus párpados se hincharon hasta el punto que no podia ver la luz en absoluto, en tanto que sus ojos no eran visibles ni aun para un médico que mirara con un instrumento; tanto se habian hundido en la superficie... »

( * ) Sus partes vergonzosas dicen que aparecian más repugnantes y mayores que que cuanto hay de indecoroso y que echaba por ellas de todo su cuerpo pus y gusanos para escarnio sobre los propios excrementos. Y después de muchos tormentos y castigos, murió -dicen- en un lugar de su propiedad, que quedó desierto y despoblado hasta el presente a causa del mal olor. Es más, hasta el dia de hoy no se puede pasar cerca de aquel lugar si no se tapa las narices con las manos. Tan enorme fue la putrefacción que se derramó de su carne sobre la tierra.


XIX. Un manuscrito Vaticano del siglo nueve

Aqui comienza el argumento del Evangelio según Juan. El Evangelio de Juan fue dado a conocer y entregado a las Iglesias por Juan, en tanto que permaneció en el cuerpo; como ha referido (un tal) Papias por nombre, de Hierápolis, un discipulo amado de Juan, en sus cinco libros exotéricos (léase exegéticos); pero él escribió correctamente el Evangelio que le dictó Juan.

( * ) Pero Marción , hereje, habiendo sido reprobado por él, por sentir de modo contrario, fue rechazado por Juan. Aquel, empero, le habia traido escritos o cartas de los hermanos que estaban en el Ponto.


XX. Catena, Patr. Graec. in S. Joan, publicado por B. Corder

Porque el último de éstos, Juan, por sobrenombre el Hijo del Trueno, cuando llegó a una edad muy avanzada, como nos han dicho Ireneo y Eusebio y una sucesión de historiadores dignos de confianza, hacia el tiempo en que surgian terribles herejias, dictó el Evangelio a su propio discipulo, el virtuoso Papias de Hierápolis, para rellenar lo que faltaba en los que antes que él habian proclamado la palabra a las naciones por toda la tierra.

Un aporte de:  www.santuario.cl

Una breve explicación y amonestación sobre la salvación y las obras

Una breve explicación y amonestación sobre la salvación y las obras

Cuando empezamos a caminar en la luz y Dios nos salva de esta perversa generación, Jesús nos rescata del dominio y la potestad de las tinieblas, trasladándonos a Su reino de luz (Colosenses 1:13).El reino no es un pedazo de tierra en el globo terráqueo, sino una esfera de influencia en la que Dios reina (en nuestros corazones) y vivimos en obediencia a Su señorío, mando, normas y reglas, por amor a Él y confianza en Él. (Juan 18:36). Vivir en el reino (o mejor dicho ¡vivir el reino!) es algo que no surge tan espontáneamente en nuestro ser natural, por lo que tenemos que aprender cómo vivir esta nueva clase de vida. Por ello Cristo pasó gran parte de Su tiempo enseñando acerca de Su Reino con palabras sencillas, ilustraciones (parábolas) e historias, al igual que con Su misma vida y ejemplo.

Este reino o esfera es totalmente diferente del mundo que nos rodea; tan diferente que a la gante le parece locura. (1ª Corintios 1:18). En el reino, los primeros serán postreros; los niños son los ciudadanos modelos; y la gente no es tratada según su habilidad, género, ingresos, o raza. (Lucas 13:30, Mateo 18:1-5, Colosenses 3:11). Se nos llama a poner Su reino y los negocios de Su reino antes que preocuparnos y ocuparnos por nuestro propio sustento. (Mateo 6:33). Las leyes del Reino se reducen a una sola palabra: amor (Mateo 22:37-40). El aire que respiramos es gracia y la característica nacional es santidad. Es un reino en verdad trastornado y de cabeza (Hechos 17:6). La única manera de estar en ese reino es por medio de la obediencia, por lo que las obras sí están relacionadas tanto con nuestra entrada como con nuestra estancia y permanencia en este reino.

Es decir, somos salvos sólo por la gracia inmerecida de Dios, y no por nuestros propios méritos (Tito 3:8, Efesios 2:8-9, Lucas 18:9-14), pero al mismo tiempo vemos que el rechazo de las buenas obras es también un rechazo de la gracia, ya que por medio de la rendición de nuestra voluntad a la de Cristo, y de nuestra fe en Él, Dios produce en nosotros tanto el querer como el hacer, de las buenas obras que son agradables delante de Él (Filipenses 2:12-13), por su buena voluntad; y esto es parte de la manifestación de su gracia para con nosotros (Tito 2:11-15), por lo que las obras de obediencia sí son necesarias para que podamos ser salvos finalmente y para que logremos entrar al reino de los cielos, si bien nuestro objetivo al hacerlas debe ser únicamente el de glorificar a nuestro Dios.

Estas buenas obras que debemos hacer no son “obras muertas” impuestas por los hombres o por alguna organización humana, sino que son aquellas obras que ante Dios poseen un alto valor moral intrínseco, por el simple hecho de estar de acuerdo con Su Voluntad Suprema y porque traen así gloria a Su Nombre, y que son las delineadas en los mandamientos del Nuevo Testamento. Estas obras son básicamente las siguientes:

Obras de abstinencia:

- Hacer morir (y mantener muertas) por la fe, las once obras mortales terrenales que acarrean la Ira de Dios sobre nosotros y especialmente sobre los hijos de desobediencia: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría, ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas y mentira. Colosenses 3:5-10.

- Huir y no consentir con los veintitrés pecados que son dignos de muerte, ya sea por practicarlos, o por complacernos al verlos en los demás: injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, envidia, homicidio, contienda, engaño, malignidad, murmuración, detracción, aborrecimiento de Dios, injuria, soberbia, altivez, invención de males, desobediencia a los padres, necedad, infidelidad, falta de afecto natural, ser implacables y falta de misericordia. Romanos 1:21-32.

- No cometer ninguna de las once obras de injusticia que no heredarán el reino de Dios: injusticia, fornicación, idolatría, adulterio, comportamiento afeminado, homosexualidad, robo, avaricia, borrachera, maldición y estafo. 1ª Corintios 6:9-10.

- No satisfacer, sino crucificar, las diecisiete obras de la carne que, en caso de ser practicadas habitualmente, se vuelve imposible heredar el reino de Dios: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras y orgías. Gálatas 5:19-21.

- No practicar las obras que tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muertes segunda: cobardía, incredulidad, ser abominables, homicidio, fornicación, hechicería, idolatría y mentira. Apocalipsis 21:8.

- No ser partícipes de todo aquello que sea pecaminoso, mundano, dudoso, idolátrico, blasfemo, o que de alguna manera manche nuestras conciencias, sino reprenderlo. 1ª Corintios 10:21-22, Efesios 5:11.

Obras activas de comisión:

- Hacer, cuando se presente la oportunidad, las seis obras de misericordia mencionadas por Jesús: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, recoger al forastero, vestir al desnudo, visitar al enfermo y visitar al preso. Mateo 25:31-46.

- Añadir y abundar con diligencia en las ocho virtudes cardinales que nos evitan caer y que nos dan amplia y generosa entrada en el reino del Señor: fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor. 1ª Pedro 1:5-11.

- Manifestar obras virtuosas de fe, amor, santidad, justicia y fidelidad, las cuales harán que resplandezcamos como luminares en el mundo en medio de esta generación maligna y perversa, y que harán que al verlas los hombres, glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16, 1ª Pedro 2:12, Filipenses 2:15, Romanos 2:7, Juan 8:29, Santiago 2:22, Gálatas 5:6, 1ª Timoteo 2:10, 1ª Timoteo 6:18.

- Tener nuestras lámparas encendidas, ser llenos del Espíritu Santo y ser guiados por el, ser fieles hasta la muerte y predicar el evangelio a toda criatura, negociando con nuestros talentos, tal como lo hicieron los siervos fieles de la parábola de los talentos. Mateo 25:1-30.

Practicar las virtudes-dones que aún permanecen vigentes: la fe, la esperanza y el amor. 1ª Corintios 13:13.

- Obedecer con fidelidad los mandamientos del Nuevo Pacto, contenidos en las Palabras de Cristo y en los mandamientos dados por los apóstoles, como la no resistencia, el vestir modesto, la no acumulación de riquezas, el no jurar, la permanencia y pureza del matrimonio, , el velo, la separación del mundo, etcétera, así como los mandamientos específicos para cada tipo de persona: que el marido ame a su esposa, que la mujer se someta al marido, que los padres críen en disciplina y amonestación a los hijos, que los hijos obedezcan y honren a los padres, que los pastores no se enseñoreen del rebaño, que las ovejas obedezcan a sus pastores, que los patrones traten bien a sus trabajadore, que los trabajadores se sometan a sus patrones, etcétera. (Mateo 5-7, Lucas 6, 11, 12, 16, Romanos 12-15, 1ª Corintios 11, 14, 16, Efesios 5 y 6, Colosenses 3-4, 1ª Tesalonicenses 5, Hebreos 13, Tito 2, 1ª Pedro 2-3, etc…).

- Poseer las nueve bienaventuranzas del Sermón del Monte, que son las nueve virtudes del fruto del Espíritu de Gálatas 5, que son las nueve características del amor de 1ª Corintios 13, tipificado todo lo anterior por los nueve frutos figurados del Libro de Cantares capítulo cuatro, todo lo cual se corresponde y armoniza entre sí y que al final de cuentas no es más que la manifestación del carácter de Cristo mismo en nosotros, la esperanza de gloria.

Eso se resume en el siguiente cuadro:

(Dar click al cuadro para aumentar)

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él…” –Jesús (Juan 14:21).

Primeramente, como se puede observar, estas obras incluyen tanto obras de abstención (no hacer ciertas cosas), como también obras activas de comisión (sí hacer otras ciertas cosas). Es decir, no sólo se trata de no hacer el mal, sino también de sí hacer el bien.

También puede observarse que estas obras no sólo incluyen acciones netamente externas como ayudar a los pobres, predicar el evangelio o abstenerse de cierta comida o actividad, sino que nacen de un corazón limpio que posee fe en Dios, asi como amor a Dios y al prójimo, e involucran también sentimientos y actitudes internas, como el gozo, la paz, el afecto fraternal, etc., y tienen como fuente principal una intención pura no egoísta: procurar la gloria de Dios y el bien del prójimo, por encima de los intereses propios, pues su principal característica es la raíz del amor verdadero: “no busca lo suyo.”

Además, también es claro que estas obras sí constituyen una ley, la ley de Cristo o ley real (1ª Corintios 9:21, Santiago 1:25 y 2:12), pues una ley es una regla de conducta con castigo; y en este caso podemos ver que sí existe un castigo: el no heredar el reino de Dios (sino ir al lago de fuego), en caso de hacer malas obras y/o en caso de no hacer las buenas obras, por lo que estas obras no son opcionales, sino necesarias. En este sentido sí somos salvos por obras, por las obras como condición, no como mérito, y aunque hagamos todas estas obras antes mencionadas, todavía somos siervos inútiles, pues sólo estaremos cumpliendo con nuestro deber, y aún seguiremos siendo salvos SOLO por gracia porque:

1. Tenemos una lista larguísima de transgresiones contra Dios, malas obras y ausencia de buenas obras en nuestra inconversión (vida pasada antes de Cristo), las cuales ya jamás podremos revertir, pero son perdonadas y anuladas sólo por gracia, inmerecidamente, pues si Dios nos pagara de acuerdo a esas obras, nadie sería salvo.

2. Aún siendo cristianos, a veces quizás caeremos y fallaremos, no como hábito, pero sí como excepción, y nos faltará el abundar más y más en estas obras virtuosas que se mencionan, por lo que en este caso, Dios, quien es Santo en Su naturaleza, Justo en Sus normas, Perfecto en Su carácter e Implacable en Sus juicios, no podría dejarnos entrar al cielo ni siquiera con esas faltas que a nuestros ojos pudieran parecer pequeñas, y, si nos deja entrar (como realmente lo hará) será sólo por Su gracia y por Su misericordia, sin mérito de nuestra parte.

3. Es Dios mismo el que nos proporciona la gracia habilitante (la influencia, la sabiduría y el poder espiritual de su Espíritu Santo en nuestra vida) para llevar a cabo estas buenas obras que Él preparó de antemano para que anduviésemos en ellas, de tal forma que la gloria sea sólo para Él.

Todo esto sigue siendo válido aún cuando hagamos estas buenas obras, y aún cuando Dios las requiera de manera absolutamente necesaria como una condición para salvarnos al final.

Finalmente, hay que destacar que la vida cristiana, que debe abundar en estos buenos frutos de justicia, no consiste en meramente repasar cada día esta lista de obras y verificar que las estemos haciendo fielmente en nuestra vida, sino en tener los ojos puestos en Jesús, para que al ver Su amor por nosotros, lo amemos cada vez más; al ver Su carácter, deseemos ser como Él; al ver Su modo de conducirse, eso nos inspire y le imitemos en todo; al ver Su poder y nuestra debilidad, le roguemos cada día que nos dé la gracia y la sabiduría para oírlo y para seguirlo; y al ver el privilegio que es servirle, tomemos cada día nuestra propia cruz y le sigamos, a fin de que Él tenga la preeminencia en todas las cosas. Esta es una vida Cristocéntrica, que sólo se logra por medio de una relación personal con Jesucristo, y no sólo por guardar reglas, hacer obras u observar rituales, ni por intermediarios humanos, sino según nos enseña la unción del Espíritu que recibimos de Dios, que es la Gemuth (convicciónn innata e interna de la luz y la verdad, que está de acuerdo con Cristo y con Su Ley Eterna). 1ª Juan 2:29.

Por lo tanto es posible hacer buenas obras, pero sin tener esta comunión íntima con Jesús, lo cual no nos llevará al cielo tampoco; pero al mismo tiempo, alguien que no está ocupado en hacer estas buenas obras, y/o que más bien se ocupa en malas obras, sólo demuestra que no tiene relación alguna con Jesús y que está completamente perdido.

“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” –Jesús (Juan 15:4-5).

“…y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;…” (Colosenses 1:9-18). Amén.

Por Josué Moreno

¿A Dios le agradó la época victoriana?

¿A Dios le agradó la época victoriana?

-Por Peter Hoover (traducido por Josué Moreno)

Hace un poco de tiempo, compré un libro en la Librería de la Misión Cristiana de Launceston, Tasmania. “Capitalismo compasivo”, lleva por título, y llamó mucho mi atención. Escrito por uno de los hombres más ricos del mundo, un líder economista cristiano de Estados Unidos, Rich de Vos, para mí fue una de las apologías más lógicas y convincentes de la ética de trabajo de los protestantes, que jamás haya visto.

Comenzando desde Adam Smith, el primer cristiano inglés en haber enseñado que es bueno hacerse rico (y que por medio de acumular riquezas, uno beneficia al resto del mundo), Rich de Vos muestra muy claramente lo que él llama el “Camino Americano”: Hazte rico por medio de involucrar a tanta gente como puedas en tus esquemas de ganancia financiera. Ahorra tu dinero y sal adelante; sólo recuerda ayudar a otros a ahorrar su dinero y a salir adelante también. Te ayudará a ti tanto como les ayudará a ellos. Apoya a otros, no llenándolos de ayudas financieras sucias o que corrompen, sino mostrándoles cómo hacer dinero, y entonces todo el mundo será más feliz con ello.

Rich de Vos ve la única esperanza posible para el mundo en tal “capitalismo compasivo”. Para él esa es la luz de las naciones desarrolladas y el futuro de nuestra raza. Ya que él piensa que el mundo nunca será verdaderamente feliz sino hasta que todos tengan mucho dinero, abundancia de bienes, y la capacidad para adquirir aún más.

Está escrito de manera brillante. Es bastante lógico (presentando muchas ilustraciones de la vida real y consejos de sentido común); es lo suficientemente lógico para que todo cristiano que lea ese libro esté virtualmente de acuerdo con todo lo que dice.

    Hay una sola complicación: El libro no es ni Cristiano ni cierto. Su sabiduría no proviene de Dios, y la compasión que promueve es un engaño cruel directamente de Satanás.

El capitalismo de Rich de Vos, a pesar de cuánto sentido tiene, a pesar de cuán cristiano lo hace sonar, y a pesar de todo, ya ha demostrado lo que realmente es a través de los años. Ya sabemos cómo funciona. Tenemos a un mundo lleno con la evidencia de lo que produce, porque le ha dado forma al mundo en el que vivimos hoy.

El capitalismo produjo la Revolución Industrial, junto con el deseo de salir adelante, hacerse próspero, competir, animar a la industria a producir cada vez más cosas en cada vez menos tiempo. La Revolución Industrial hizo que mucha gente emigrara del campo a la ciudad. Les dio trabajos y dinero para gastar. Y el resultado final del capitalismo fue (y no podía ser otro) el consumismo: todos buscando ganar más dinero para comprarse cada vez más cosas. Comprar y comprar, y vender y vender. Quizás el ejemplo más poderoso dentro de esta carrera de locos sea la misma Corporación Amway (American Way: Camino Americano).

El principio que rige al capitalismo (i.e. “haz el bien a los demás por medio de hacerte rico”) se halla en una obvia y descarada oposición frontal con el evangelio de Jesucristo. Lo peor es que incluso ahora mismo, mientras que el mundo entero está siendo estrangulado en este gancho terrible, la mayoría de los cristianos no están huyendo a Cristo para buscar ayuda y salvación. Más bien, están mirando hacia atrás esforzándose por asir la fuente de todos los males.

Nunca deja de asombrarme cómo los cristianos siempre hablan acerca de aquellos “viejos días tan buenos”, cómo desean que pudieran regresar a los años 1950s, o hasta la era victoriana, o incluso antes, cuando todos trabajaban duro, gastaban su dinero sabiamente, y tenían muy buenos valores, y cuando la mayoría del mundo operaba como debería.

Pero ya tuvimos la era victoriana y ¿qué fue lo que produjo? El tremendo abuso de Australia, Canadá, India, África y quién sabe qué cosas más junto con el imperialismo global y las dos catastróficas guerras mundiales. Ya tuvimos los años 1950s y ¿qué produjeron? Produjeron los 60s y los 70s y luego en turno los 80s y los 90s, que finalmente nos trajeron al siglo XXI con todos los hombres impíos que vemos hoy en día.

¿Quién quisiera repetir todo eso? Únicamente una persona tonta o una persona absolutamente perversa podría ser capaz de mirar al sistema capitalista como la solución para los problemas de hoy en día. El desastre que tenemos ahora (que no es más que el producto final del amor al dinero, que es la raíz de todos los males) proviene de la loca carrera de competir por tierras, recursos, bienes, y cosas, así como del saqueo y la corrupción (que en su mayoría fueron perpetradas por gobiernos temerosos de Dios y por misioneros evangélicos y católicos en los años 1800s), así como también de los distorsionados valores de un cristianismo que ya se había vendido al anticristo en los días de la Reina Victoria y de Laura Ingalls Wilder.

No hay nada más absurdo ni diabólico que haya sido promovido como la idea de que los seres humanos son más felices o son ayudados o que se les hace algún bien cuando acumulan bienes y riquezas y cuando tienen más de lo que necesitan.

¿Quién dijo lo siguiente?:

  • “No almacenen tesoros aquí en la tierra…” (Mateo 6:19).
  • “No se puede servir a Dios y al dinero.” (Mateo 6:24).
  • “Así que no se preocupen por el mañana,…” (Mateo 6:34).
  • “Así que nadie puede convertirse en mi discípulo sin dejar todo lo que posee.” (Lucas 14:33).
  • “Les digo la verdad, es muy difícil que una persona rica entre en el reino del cielo.” (Mateo 19:23).
  • “¡Qué aflicción les espera a ustedes, los que son ricos!, porque su única felicidad es aquí y ahora.” (Lucas 6:24).

Si conoces la respuesta y si de verdad sigues a Aquel Personaje tan radical que hizo tales afirmaciones, inmediatamente identificarás el mensaje de Rich de Vos del capitalismo compasivo como una herejía flagrante que viola todala verdad de Cristo.

Mahatma Gandhi, aunque no era cristiano, estaba mucho más cerca de la verdad cuando dijo: “¡Renuncia y disfruta!”Los aborígenes de Tasmania que no tenían concepto alguno de lo que es la propiedad privada, estaban más cerca de Dios que los súbditos de la reina Victoria, que les llevaron la Biblia, se apoderaron de todas sus tierras, y los aniquilaron.

Olvídate acerca de aquellos “viejos días buenos”.

La tierra en la que vivimos nunca será verdaderamente feliz otra vez sino hasta que se dé paso al gobierno único, de un solo partido, el de Jesucristo, en donde haya una economía sin moneda, en donde el oro no tenga más valor que el polvo, en donde se disuelva la propiedad privada y finalmente se logre el comunismo perfecto en los cielos nuevos y tierras nuevas en donde mora la justicia. Pero esto no puede ocurrir sino hasta que haya otra invasión. Una invasión acompañada de una guerra. Una tremenda bomba, no como la de Pearl Harbor, ni como la de las Torres Gemelas, sino un bombardeo absoluto y total, de todos y cada uno de los pueblos, las ciudades y casas de todo el mundo de una sola vez. Cuando el mundo entero esté en llamas. Cuando los elementos ardiendo sean deshechos y la corteza terrestre se abra hasta que todos los continentes junto con toda la gente que los habite (exceptuando sólo a los que llevan la marca de Cristo) sean consumidos completamente.

¿Has pensado últimamente en que eso quizás ya está por ocurrir? ¿O será que crees que la gente de verdad puede ser feliz si tan sólo aprende a ganar dinero y a gastarlo sabiamente?

Quizás, junto con el hecho de llamarte cristiano, deberías familiarizarte más con Cristo y con su “absurdo” evangelio, y prepararte para encontrarlo… Mientras que todas tus cosas y tu dinero se queman.

Amén

El Pastor Hermas

El Pastor Hermas

Visión Primera

[1] I. El amo que me crió me vendió a una tal Roda en Roma. Al cabo de muchos años la encontré de nuevo, y empecé a amarla como a una hermana. Después de cierto tiempo la vi bañándose en el río Tíber; y le di la mano, y la saqué del río. Y, al ver su hermosura, razoné en mi corazón, diciendo: «Cuán feliz sería si tuviera una esposa así, en hermosura y en carácter.» Y reflexioné meramente sobre esto, y nada más. Después de cierto tiempo, cuando estaba dirigiéndome a Cumas, y glorificando las criaturas de Dios por su grandeza y esplendor y poder, mientras andaba me quedé dormido.

Y el Espíritu cayó sobre mí y se me llevó por un terreno sin caminos, por el cual no podía pasar nadie: porque el lugar era muy abrupto, y quebrado por hendiduras a causa de las aguas. Así pues, cuando hube cruzado el río, llegué a un país llano, y me arrodillé, y empecé a orar al Señor y a confesar mis pecados. Entonces, mientras oraba, se abrió el cielo vi a la señora, a quien había deseado, saludándome desde el cielo, diciendo: «Buenos días, Hermas». Y, mirándola, le dije: «Señora, ¿qué haces aquí?» Entonces ella me contestó: «Se me ha traído aquí para que te redarguyera de tus pecados delante del Señor. » Le dije: «¿Es acerca de ti que me acusas?» «No», dijo ella, «pero oye estas palabras que te diré. Dios, que reside en los cielos, y creó de la nada las cosas que son, y aun las aumentó y multiplicó por amor a su santa Iglesia, está enojado contigo, porque pecaste contra mí.» Yo le contesté y dije: «¿Pequé contra ti? ¿En qué forma? ¿Te dije alguna vez alguna palabra inconveniente? ¿No te consideré siempre como si fueras una diosa? ¿No te respeté siempre como una hermana? ¿Cómo pudiste acusarme falsamente, señora, de tal villanía e impureza?» Riendo, ella me dijo: «El deseo hacia el mal entró en tu corazón. Es más, ¿no crees que es un acto malo para un justo si el mal deseo entra en su corazón? Es verdaderamente un pecado, y un pecado grande», dijo ella; «porque el justo tiene sólo propósitos justos. En tanto que sus propósitos son rectos, pues, su reputación se mantiene firme en el cielo, y halla al Señor fácilmente propicio en todo lo que hace. Pero los que albergan malos propósitos en sus corazones, se acarrean la muerte y la cautividad, especialmente los que reclaman para sí mismos este mundo presente, y se jactan de sus riquezas, y no se adhieren a las cosas buenas que han de venir. Sus almas lo lamentarán, siendo así que no tienen esperanza, sino que se han abandonado a sí mismos y su vida. Pero ora a Dios, y Él sanará tus pecados, y los de toda tu casa, y de todos los santos.»

[2] II. Tan pronto como hubo dicho estas palabras se cerraron los cielos; y yo fui presa de horror y de pena. Entonces dije dentro de mí: «Si este pecado es consignado contra mí, ¿cómo puedo ser salvo? ¿O cómo voy a propiciar a Dios por mis pecados que son patentes y burdos? ¿O con qué palabras voy a rogar al Señor que me sea propicio?» En tanto que consideraba y ponderaba estas cosas en mi corazón, vi delante de mí una gran silla blanca de lana como la nieve; y allí vino una señora anciana en vestido resplandeciente, con un libro en las manos, y se sentó sola, y me saludó: «Buenos días, Hermas.» Entonces yo, apenado y llorando, dije: «Buenos días, señora.» Y ella me dijo: «¿Por qué estás tan abatido, Hermas, tú que eres paciente y bien templado, y siempre estás sonriendo? ¿Por qué estás tan caído en tu mirada y distante de la alegría?» Y le dije: «A causa de una de las palabras de una dama excelente contra la cual he pecado.» Entonces ella dijo: «¡En modo alguno sea así en un siervo de Dios! Sin embargo, el pensamiento entró en tu corazón respecto a ella. En los siervos de Dios una intención así acarrea pecado. Porque es un propósito malo e insano, en un espíritu devoto que ya ha sido aprobado, el desear algo malo, y especialmente si es Hermas el templado, que se abstiene de todo mal deseo y está lleno de toda simplicidad y de gran inocencia.

[3] III. »Con todo, no es por esto que Dios está enojado contigo, sino con miras a que puedas convenir a tu familia, que ha obrado mal contra el Señor y contra vosotros sus padres. Pero por apego a tus hijos tú no les amonestaste, sino que toleraste que se corrompieran de un modo espantoso. Por tanto, el Señor está enojado contigo. Pero Él quiere curar todos tus pecados pasados, que han sido cometidos en tu familia, porque a causa de sus pecados e iniquidades tú has sido corrompido por las cosas de este mundo. Pera la gran misericordia del Señor tuvo piedad de ti y de tu familia, y te corroborará, y te afianzará en su gloria. Sólo que no seas descuidado, sino que cobres ánimo y robustezcas a tu familia. Porque como el herrero trabajando a martillazos triunfa en la tarea que quiere, así también el recto discurso repetido diariamente vence todo mal. No dejes, pues, de reprender a tus hijos; porque sé que si se arrepienten de todo corazón, serán inscritos en los libros de vida con los santos.» Después que hubieron cesado estas palabras suyas, me dijo: «¿Quieres escucharme mientras leo?» Entonces le dije: «Sí, señora.» Ella me dijo: «Está atento, y escucha las glorias de Dios.» Yo escuché con atención y con asombro lo que no tuve poder de recordar; porque todas las palabras eran terribles, que ningún hombre puede resistir. Sin embargo, recordé las últimas palabras, porque eran apropiadas para nosotros y suaves. «He aquí, el Dios de los ejércitos, que con su poder grande e invisible y con su gran sabiduría creó el mundo, y con su glorioso propósito revistió su creación de hermosura, y con su palabra estableció los cielos, y fundó la tierra sobre las aguas, y con su propia sabiduría y providencia formó su santa Iglesia, a la cual Él también bendijo; he aquí, quita los cielos y los montes y las colinas y los mares, y todas las cosas serán allanadas para sus elegidos, para que Él pueda cumplirles la promesa que había hecho con gran gloria y regocijo, siempre y cuando ellos guarden las ordenanzas de Dios, que han recibido con gran fe.»

[4] IV. Cuando hubo terminado de leer y se levantó de su silla, se acercaron cuatro jóvenes, y se llevaron la silla, y partieron hacia Oriente. Entonces ella me dijo que me acercara y me tocó el pecho, y me dijo: «¿Te gustó lo que te leí?» Y yo le dije: «Señora, estas últimas palabras me agradaron, pero las primeras eran difíciles y duras.» Entonces ella me habló y me dijo: «Estas últimas palabras son para los justos, pero las primeras eran para los paganos y rebeldes.» En tanto que ella me estaba hablando, aparecieron dos hombres y se la llevaron, tomándola por los brazos, y partieron hacia el punto adonde había ido la silla, hacia Oriente. Y ella sonrió al partir y, mientras se marchaba, me dijo: «Pónate como un hombre, Hermas.»

Pastor Hermas

Hijas de Sara

Hijas de Sara
…como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien,sin temer ninguna amenaza. 1 Pedro 3.6.

Dedicatoria

Este libro está dedicado a todas las “hijas de Sara” quienes desde sus corazones desean caminar en obediencia a Dios y a su Palabra.

Introducción

…y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Juan 8.32

“¡Poco realista! ¡Dramático!, ustedes podrían decir, ¡Usted no conoce lo que vivo!; ¡De verdad! ¡Yo no sé! Pero sé lo que la Palabra de Dios dice y le creo a cada palabra. He escrito este libro con el propósito en mente de mostrarles cómo aplicar la verdad de Dios a su situación para lograr un cambio positivo en su vida.

“¡Poco realista! ¡Dramático!, ustedes podrían decir, ¡Usted no conoce lo que vivo!; ¡De verdad! ¡Yo no sé! Pero sé lo que la Palabra de Dios dice y le creo a cada palabra. He escrito este libro con el propósito en mente de mostrarles cómo aplicar la verdad de Dios a su situación para lograr un cambio positivo en su vida.

Cada esposa y madre cristiana tiene el potencial dentro de sí misma para hacer de su hogar un lugar de paz y tranquilidad.

“¡Poco realista! ¡Dramático!, ustedes podrían decir, ¡Usted no conoce lo que vivo!; ¡De verdad! ¡Yo no sé! Pero sé lo que la Palabra de Dios dice y le creo a cada palabra. He escrito este libro con el propósito en mente de mostrarles cómo aplicar la verdad de Dios a su situación para lograr un cambio positivo en su vida.

“Durante los últimos seis años, he estado realizando talleres donde he estado enseñando el rol de la mujer de acuerdo a las Escrituras. Los resultados han sido asombrosos para aquellas quienes han verdaderamente escuchado y oído. ¡La verdad les ha hecho libres! ¡Vidas han sido cambiadas! ¡Hogares restaurados!

Lo que se necesita es la voluntad para rendirse a Dios, la voluntad para aprender su Palabra y la voluntad para obedecer a lo que tú aprendiste, no importando cuál sea el costo para ti misma.

De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

Juan 12.24

Estados Unidos de América se encuentra en un grande problema, y la raíz del mismo, es la ruptura del hogar. Todos los expertos están de acuerdo en esto. Si tuviéramos alguna oportunidad de regresar las cosas a su lugar, esto tendría que comenzar en la raíz del problema, en los corazones de aquéllos que están en casa.

La noticia emocionante que me gustaría compartir con tantas mujeres como sea posible es: Ustedes pueden influir en el cambio. Entre el Espíritu Santo y ustedes el cambió vendrá. Ustedes no necesitan la cooperación de nadie más. La cooperación es estupenda si ustedes la tienen, pero pueden actuar sin ella. No importa cuál sea su situación, Dios ha establecido su principio en su Palabra para que lo sigan y puedan ser bendecidas por medio de él.

Este libro contiene muchos testimonios de situaciones aparentemente imposibles que tuvieron un giro, un giro completo, por medio de la obediencia a la Palabra de Dios. Todas las personas involucradas están tan emocionadas como yo al hacer que otros conozcan y lleven el beneficio de ver cómo Dios obró en sus vidas, cómo les bendijo a ellas y a sus familias. Agradezco a sus esposos quienes estuvieron de acuerdo al permitir que estos testimonios fueran incluidos en este libro.

Este libro contiene muchos testimonios de situaciones aparentemente imposibles que tuvieron un giro, un giro completo, por medio de la obediencia a la Palabra de Dios. Todas las personas involucradas están tan emocionadas como yo al hacer que otros conozcan y lleven el beneficio de ver cómo Dios obró en sus vidas, cómo les bendijo a ellas y a sus familias. Agradezco a sus esposos quienes estuvieron de acuerdo al permitir que estos testimonios fueran incluidos en este libro.

Por Genevieve M. White

La primera apología

La primera apología

No se debe condenar a los cristianos sin oirles:

Al emperador Tito Elio Adriano Antonino Pío César Augusto, y a Verísimo su hijo, filósofo, y a Lucio, hijo por naturaleza del César filósofo y de Pío por adopción, amante del saber, al sagrado Senado y a todo el pueblo romano:

En favor de los hombres de toda raza, injustamente odiados y vejados, yo, Justino, uno de ellos, hijo de Prisco, que lo fue de Bacquio, natural de Flavia Neápolis en la Siria Palestina, he compuesto este discurso y esta súplica.

Los que son de verdad piadosos y filósofos, manda la razón que, desechando las opiniones de los antiguos, si no son buenas, sólo estimen y amen la verdad: porque no sólo veda el discreto razonamiento seguir a quienes han obrado o enseñado algo injustamente, sino que el amador de la verdad, por todos los modos, con preferencia a su propia vida, así se le amenace con la muerte, debe estar siempre decidido a decir y practicar la justicia. Ahora bien, vosotros os oís llamar por doquiera piadosos y filósofos guardianes de la justicia y amantes de la instrucción; pero que realmente lo seáis, es cosa que tendrá que demostrarse. Porque no venimos a halagaros con el presente escrito ni a dirigiros un discurso por un mero agrado, sino a pediros que celebréis el juicio contra los cristianos conforme a exacto razonamiento de investigación, y no deis sentencia contra vosotros mismos, llevados de un prejuicio o del deseo de complacer a hombres supersticiosos, o movidos de irracional impulso o de unos malos rumores inveterados. Contra vosotros, decimos, pues nosotros estamos convencidos de que por parte de nadie se nos puede hacer daño alguno, mientras no se demuestre que somos obradores de maldad o nos reconozcamos por malvados. Vosotros, matarnos, sí, podéis; pero dañarnos, no.

Mas porque no se crea que se trata de una fanfarronada nuestra de audacia sin razón, pedimos que se examinen las acusaciones contra los cristianos, y si se demuestra que son reales, se les castigue como es conveniente sean castigados los reos convictos; pero si no hay crimen de que argüimos, el verdadero discurso prohíbe que por un simple rumor malévolo se cometa una injusticia con hombres inocentes, o, por mejor decir, la cometáis contra vosotros mismos, que creéis justo que los asuntos se resuelvan no por juicio, sino por pasión.

Porque todo hombre sensato ha de declarar que la exigencia mejor y aun la única exigencia justa es que los súbditos puedan presentar una vida y un pensar irreprensibles; pero que igualmente, por su parte, los que mandan den su sentencia, no llevados de violencia y tiranía, sino siguiendo la piedad y la filosofía, pues de este modo gobernantes y gobernados pueden gozar de felicidad.

Y es así que, en alguna parte, dijo uno de los antiguos: Si tanto los gobernantes como los gobernados no son filósofos, no es posible que los estados prosperen.

A nosotros, pues, nos toca exponer al examen de todos nuestra vida y nuestras enseñanzas, no sea nos hagamos responsables del castigo de quienes, ignorando ordinariamente nuestra religión, pecan por ceguera contra nosotros; pero deber vuestro es también, oyéndonos, mostraron buenos jueces. Porque ya en adelante, instruidos como estáis, no tendréis excusa alguna delante de Dios, caso que no obréis justamente.

Ahora bien, por llevar un nombre no se puede juzgar a nadie bueno ni malo, si se prescinde de las acciones que ese nombre supone; más que más, que si se atiende al de que se nos acusa, somos los mejores hombres. Mas como no tenemos por justo pretender se nos absuelva por nuestro nombre, si somos convictos de maldad; por el mismo caso, si ni por nuestro nombre ni por nuestra conducta se ve que hayamos delinquido, deber vuestro es poner todo empeño para no haceros responsables de castigo, condenando injustamente a quienes no han sido convencidos judicialmente. En efecto, de un nombre no puede en buena razón originarse alabanza ni reproche, si no puede demostrarse por hechos algo virtuoso o vituperable. Y es así que a nadie que sea acusado ante vuestros tribunales, le castigáis antes de que sea convicto; mas tratándose de nosotros, tomáis el nombre como prueba, siendo así que, si por el nombre va, más bien debierais castigar a nuestros acusadores. Porque se nos acusa de ser cristianos, que es decir, buenos; mas odiar lo bueno no es cosa justa. Y hay más: con sólo que un acusado niegue de lengua ser cristiano, le ponéis en libertad, como quien no tiene otro crimen de qué acusarle; pero el que confiesa que lo es, por la sola confesión le castigáis. Lo que se debiera hacer es examinar la vida lo mismo del que confiesa que del que niega, a fin de poner en claro, por sus obras, la calidad de cada uno. Porque a la manera que algunos, a pesar de haber aprendido de su Maestro Cristo a no negarle, son inducidos a ello al ser interrogados; así con su mala vida dan tal vez asidero a quienes ya de suyo están dispuestos a calumniar a todos los cristianos de impiedad e iniquidad.

Mas ni en esto se procede rectamente; pues sabido es que el nombre y atuendo de filósofo se lo arrogan algunos que no practican acción alguna digna de su profesión, y no ignoráis que aquellos de entre los antiguos que profesaron opiniones y doctrinas contrarias, entran todos en la común denominación de filósofos. Y de éstos hubo quienes enseñaron el ateísmo, y los que fueron poetas cuentan las impudencias de Zeus juntamente con sus hijos; y, sin embargo, a nadie prohibís vosotros profesar las doctrinas de ellos, antes bien establecéis premios y honores para quienes sonora y elegantemente insulten a vuestros dioses.

(1-4; BAC 116, 182-186)

La resurrección de los muertos es posible:

Y a quien bien lo considera, ¿qué cosa pudiera parecer más increíble que, de no estar nosotros en nuestro cuerpo, viéndolos representados en imagen, nos dijeran que de una menuda gota del semen humano sea posible nacer huesos, tendones y carnes con la forma en que los vemos? Digámoslo, en efecto, por vía de suposición. Si vosotros no fuerais los que sois y de quienes sois, y alguien os mostrara el semen humano y una imagen pintada de un hombre y os afirmaran que ésta se forma de aquél, ¿acaso lo creeríais antes de verlo nacido? Nadie se atrevería a contradecirlo. Pues de la misma manera, por el hecho de no haber visto nunca resucitar un muerto, la incredulidad os domina ahora. Mas al modo que al principio no hubierais creído que de una gota pequeña nacieran tales seres y, sin embargo, los veis nacidos; así, considerad que no es imposible que los cuerpos humanos, después de disueltos y esparcidos como semillas en la tierra, resuciten a su tiempo por orden de Dios y se revistan de la incorrupción.

Porque, a la verdad, no sabríamos decir de qué potencia digna de Dios hablan los que dicen que todo ha de volver allí de donde procede y que, fuera de esto, nadie, ni Dios mismo, puede nada; mas sí que vemos bien lo que dijimos: que no hubieran éstos creído ser posible haber nacido tales y de tales, cuales a sí mismos y al mundo todo se ven haber nacido.

Por lo demás, nosotros hemos aprendido ser mejor creer aun lo que está por encima de nuestra propia naturaleza y es a los hombres imposible, que ser incrédulos a la manera del vulgo, como quienes sabemos que Jesucristo, maestro nuestro, dijo: Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios. Y dijo más: No temáis a los que os matan y después de eso nada pueden hacer; temed más bien a Aquel que después de la muerte puede arrojar alma y cuerpo al infierno.

Es de saber que el infierno es el lugar donde han de ser castigados los que hubieren vivido inicuamente y no creyeren han de suceder estas cosas que Dios enseñó por medio de Cristo.

(19; BAC 116, 202-203)

Se respetan todas las religiones, menos la cristiana:

La primera prueba es que, diciendo nosotros cosas semejantes a los griegos, somos los únicos a quienes se odia por el nombre de Cristo y, sin cometer crimen alguno, como a pecadores se nos quita la vida. Y ahí tenéis que unos acá y otros acullá, dan culto a árboles, y a ríos, y a ratones, y a gatos, y a cocodrilos, y a muchedumbre de animales irracionales; y lo bueno es que no todos lo dan a los mismos, sino unos son honrados en una parte, otros en otra, con lo que todos son entre sí impíos, por no tener la misma religión. Y esto es lo único que vosotros nos podéis recriminar, que no veneramos los mismos dioses que vosotros, y que no ofrecemos a los muertos libaciones y grasas, no colocamos coronas en los sepulcros ni celebramos allí sacrificios. Ahora bien, que los mismos animales son por unos considerados dioses, por otros fieras, por otros víctimas para sacrificios, vosotros lo sabéis perfectamente.

(24; BAC 116, 207-208)

Los que vivieron de acuerdo con la razón, aun antes de la venida de Cristo, son cristianos:

Algunos, sin razón, para rechazar nuestra enseñanza, pudieran objetarnos que, diciendo nosotros que Cristo nació hace sólo ciento cincuenta años bajo Quirino y enseñó su doctrina más tarde, en tiempo de Poncio Pilato, ninguna responsabilidad tienen los hombres que le precedieron. Adelantémonos a resolver esta dificultad.

Nosotros hemos recibido la enseñanza de que Cristo es el primogénito de Dios, y anteriormente hemos indicado que Él es el Verbo, de que todo el género humano ha participado. Y así, quienes vivieron conforme al Verbo, son cristianos, aun cuando fueron tenidos por ateos, como sucedió entre los griegos con Sócrates y Heráclito y otros semejantes, y entre los bárbaros con Abraham, Ananías, Azarías y Misael, y otros muchos cuyos hechos y nombres, que sería largo enumerar, omitimos por ahora. De suerte que también los que anteriormente vivieron sin razón, se hicieron inútiles y enemigos de Cristo y asesinos de quienes viven con razón; mas los que conforme a ésta han vivido y siguen viviendo son cristianos y no saben de miedo ni turbación.

(46, 1-4; BAC 116, 232-233)

La Eucaristía, Cuerpo y Sangre de Cristo:

Y este alimento se llama entre nosotros Eucaristía, de la que a nadie es lícito participar, sino al que cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño que da la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó. Porque no tomamos estas cosas como pan común ni bebida ordinaria, sino que, a la manera que Jesucristo, nuestro Salvador, hecho carne por virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación: así se nos ha enseñado que por virtud de la oración al Verbo que de Dios procede, el alimento sobre que fue dicha la acción de gracias —alimento de que, por transformación, se nutren nuestra sangre y nuestras carnes— es la carne y la sangre de Aquel mismo Jesús encarnado. Y es así que los Apóstoles en los Recuerdos, por ellos escritos, que se llaman Evangelios, nos transmitieron que así le fue a ellos mandado, cuando Jesús, tomando el pan y dando gracias, dijo: Haced esto en memoria mía, éste es mi cuerpo. E igualmente, tomando el cáliz y dando gracias, dijo: Ésta es mi sangre, y que sólo a ellos les dio parte.

(66, 1-3; BAC 116, 257)

Diálogo con Trifón:

Justino responde a Trifón, y narra luego la conversación que tuvo tiempo atrás con un anciano cristiano sobre la filosofía:

Entonces él, sonriendo, cortésmente:

Y tú -me dijo-, ¿qué opinas sobre esto, qué idea tienes de Dios y cuál es tu filosofía? Dínoslo.

—Sí -respondí-, yo te voy a decir lo que a mí me parece claro. La filosofía, efectivamente, es en realidad el mayor de los bienes, y el más precioso ante Dios, al cual ella es la sola que nos conduce y recomienda. Y santos, a la verdad, son aquellos que a la filosofía consagran su inteligencia. Ahora, qué sea en definitiva la filosofía y por qué les fue enviada a los hombres, cosa es que se le escapa al vulgo de las gentes; pues en otro caso, siendo como es ella ciencia una, no habría platónicos, ni estoicos, ni peripatéticos, ni teóricos, ni pitagóricos.

Quiero explicaros por qué ha venido a tener muchas cabezas. El caso fue que a los primeros que a ella se dedicaron y que en su profesión se hicieron famosos, les siguieron otros que ya no hicieron investigación alguna sobre la verdad, sino que, llevados de la admiración de la constancia, del dominio de sí y de la rareza de las doctrinas de sus maestros, sólo tuvieron por verdad lo que cada uno había aprendido de aquéllos; luego, transmitiendo a sus sucesores doctrinas semejantes a las primitivas, cada escuela tomó el nombre del que fue padre de su doctrina. (...)

¿Luego tú eres -me dijo- un amigo de la idea y no de la acción y de la verdad? ¿Cómo no tratas de ser más bien hombre práctico que no sofista?

¿Luego tú eres -me dijo- un amigo de la idea y no de la acción y de la verdad? ¿Cómo no tratas de ser más bien hombre práctico que no sofista?

Porque sin la filosofía y la recta razón no es posible que haya prudencia. De ahí que sea preciso que todos los hombres se den a la filosofía y ésta tengan por la más grande y más honrosa obra, dejando todo lo demás en segundo y tercer lugar; que si ello va unido a la filosofía, aun podrán pasar por cosas de moderado valor y dignas de aceptarse; mas si de ella se separan y no la acompañan, son pesadas y viles para quienes las llevan entre manos.

—¿La filosofía, pues -me replicó- produce felicidad?

—En absoluto -contestéle- y sola ella.

—Pues dime -prosiguió-, si no tienes inconveniente, qué es la filosofía y cuál es la felicidad que ella produce.

—La filosofía -le respondí- es la ciencia del ser y el conocimiento de la verdad, y la felicidad es la recompensa de esta ciencia y de este conocimiento.

—Y Dios, ¿a qué llamas tú Dios? -me dijo.

—Lo que siempre se ha del mismo modo e invariablemente y es causa del ser de todo lo demás, eso es propiamente Dios.

(1,6 a 2,2; 3, 3-5; BAC 116, 302-306)

La filosofía cristiana:

—Entonces -le dije-, ¿a quién vamos a tomar por maestro o de dónde podemos sacar provecho si ni en éstos -en Platón y Pitágoras- se halla la verdad?

—Existieron hace mucho tiempo -me contestó el viejo-unos hombres más antiguos que todos estos tenidos por filósofos, hombres bienaventurados, justos y amigos de Dios, los cuales hablaron inspirados del espíritu divino, y divinamente inspirados predijeron lo porvenir, aquello justamente que se está cumpliendo ahora; son los que se llaman profetas. Éstos son los solos que vieron y anunciaron la verdad a los hombres, sin temer ni adular a nadie, sin dejarse vencer de la vanagloria, sino llenos del Espíritu Santo, sólo dijeron lo que vieron y oyeron. Sus escritos se conservan todavía, y quien los lea y les preste fe puede sacar el más grande provecho en las cuestiones de los principios y fin de las cosas y, en general, sobre aquello que un filósofo debe saber. Porque no compusieron jamás sus discursos con demostración, como quiera que ellos sean testigos fidedignos de la verdad por encima de toda demostración; y por lo demás, los sucesos pasados y los actuales nos obligan a adherirnos a sus palabras. También por los milagros que hacían, es justo creerles, pues por ellos glorificaban a Dios Hacedor y Padre del Universo, y anunciaban a Cristo, Hijo suyo, que de Él procede. En cambio, los falsos profetas, a quienes llena el espíritu embustero e impuro, no hicieron ni hacen eso, sino que se atreven a realizar ciertos prodigios para espantar a los hombres y glorificar a los espíritus del error y a los demonios. Por tu parte y antes que todo, ruega que se le abran las puertas de la luz, pues estas cosas no son fáciles de ver y comprender por todos, sino a quien Dios y su Cristo concede comprenderlas.

(7; BAC 116, 313-314)

El sacrificio eucarístico, prefigurado en el Viejo Testamento:

La ofrenda de la flor de harina, señores —proseguí—, que se mandaba ofrecer por los que se purificaban de la lepra, era figura del pan de la Eucaristía que nuestro Señor Jesucristo mandó ofrecer en memoria de la pasión que Él padeció por todos los hombres que purifican su almas de toda maldad, a fin de que juntamente demos gracias a Dios por haber creado el mundo y cuanto en él hay por amor del hombre, por habernos a nosotros librado de la maldad en que nacimos y haber destruido con destrucción completa a los principados y potestades por medio de aquel que, según su designio, nació pasible. De ahí que sobre los sacrificios que vosotros entonces ofrecíais, dice Dios, como ya indiqué antes, por boca de Malaquías, uno de los doce profetas: No está mi complacencia en vosotros —dice el Señor—, vuestros sacrificios no los quiero recibir de nuestras manos Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone, mi nombre es glorificado entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y sacrificio puro porque grande es mi nombre en las naciones —dice el Señor—, y vosotros lo profanáis. Ya entonces, anticipadamente, habla de los sacrificios que nosotros, las naciones, le ofrecemos en todo lugar, es decir, del pan de la Eucaristía y lo mismo del cáliz de la Eucaristía, a par que dice que nosotros glorificamos su nombre y vosotros lo profanáis.

(41, 1-3: BAC 116, 369-370).

Por Justino Mártir

Palabras divinas secuestradas

Palabras divinas secuestradas

Cómo la palabra de Dios se volvió palabra de Satanás

Una de las estrategias de Satanás ha sido una artimaña de aplicar sus propias definiciones a palabras claves de la biblia. Vamos a examinar algunas de estas palabras cuyas definiciones han sido cambiadas por Satanás con el fin de engañar a casi todos que leen la Biblia.

Durante mucho tiempo ya Satanás ha estado guiando a sus siervos, o sea, los teólogos, pastores, profesores de los seminarios y los diversos líderes religiosos en esta obra de engaño. Se ha vuelto casi imposible escapar de las malas influencias de este engaño llevado a cabo por medio de comentarios bíblicos, diccionarios bíblicos, predicaciones y enseñanzas en las iglesias que apoyan este propósito maligno. Nuestras autoridades religiosas están explotando nuestra fe por medio de acostumbrar nuestras mentes a definiciones predeterminadas por ellos de modo que ya no podemos leer la biblia sin pensar en lo contrario delo que Dios estaba diciendo.

Algunas de las palabras que Satanás ha secuestrado son precisamente tales palabras en que las personas están confiando para ser salvos. Palabras como, Gracia, Fe, Salvación y Obras.

Vamos a comparar las definiciones equivocadas con las definiciones correctas para luego entender como un pasaje entero de la biblia puede convertirse en un consejo directo de Satanás.

La ¨gracia¨ Según Satanás se ha manifestado a todos los hombres ensenándoles que sus pecados son cubiertos igual siendo impíos aún en sus deseos mundanos por un favor inmerecido de Dios sin cualquier necesidad de vivir sobria, justa y piadosamente. Judas vs.4 Peor aún, Satanás ofrece esta Gracia sin ninguna condición.

La gracia según Dios se ha manifestado a todos los hombres para salvarles por medio de enseñarles que deben renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos y vivir justa y piadosamente ahora. Tito 2.11-12 Además en 2 corintios 6.1en adelante somos exhortados de cumplir con ciertas condiciones para no recibir la gracia de Dios en vano.

La ¨fe¨ según Satanás te salva sin ninguna obediencia a Dios. Hasta los demonios creen en Dios con esta fe y tiemblan. Santiago 2.19 Cuando las personas vienen a él son instruidos a solo creer y si hacen cualquier cosa que Dios dice para ser salvo son condenados porque ya no es por fe.

La fe según Dios obedece las condiciones que Jesús ensenó como necesarios para alcanzar la Salvación tales como; Perdonar para ser perdonados Mat. 6.14-15, Hacer la voluntad de Dios para entrar en el reino de los cielos. Mat 7.21, Negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguir a Jesús para ser un discípulo (Lucas 14.26-27) y así haciendo permanecer fiel hasta el fin. Mat 24.13 Cuando vienen a él buscando la salvación él dice que tienen que hacer algunas cosas… Mateos 19.16-21, Lucas 10.25-37 (¨ ¡Ve y haz tu lo mismo!¨) Todos los que por fe hicieron las obras necesarias para ser salvos son elogiados en Hebreos 11.

La ¨salvación¨ según Satanás depende de una ciega confianza que vamos al cielo si no dudamos. Cuando una persona empieza a tener dudas acerca de su salvación, Satanás envía a sus pastores para asegurarles que son salvos para siempre. Además satanás dice que la salvación es accesible a cualquier que la pida sin ninguna condición.

La salvación que Jesús ofrece es el destino final de un camino estrecho y angosto en lo cual tenemos que esfuérzanos para entrar en él. Además en Lucas 13.23-24 cuando le preguntaron a Jesús si son pocos los que serán salvos, dijo que muchos procurarán entrar en este camino difícil y no podrán.

¨Las Obras¨ según Satanás incluyen todo y cualquier mandamiento tanto del antiguo pacto como del nuevo pacto. Como hemos mencionado anteriormente (según la definición de fe dado por Satanás mismo) si tratamos de hacer algo ganamos de una vez la desaprobación de Dios y somos excluidos de la salvación. Según Satanás no vamos a ser juzgado según nuestras obras.

Las Obras según Dios pueden ser de dos clases. O bien obras muertas de la ley mosaica que ya fueron cumplidas u obras de la ley de Cristo que dan vida a los que las practiquen Apocalipsis 2.26. Según Jesús seremos juzgados por nuestras obras, vea Romanos 2.5-6, I Pedro 1.17 Apocalipsis 2.23

Ya que hemos visto las definiciones satánicas de estos términos bíblicos comparados con las definiciones Bíblicas, vamos a ver como un simple pasaje puede llevarnos a una salvación verdadera o a una salvación falsa de acuerdo con la definición que mantengamos de tales palabras claves.

Uno de las pasajes más usadas por Satanás para presentar una salvación falsa se encuentra en Efesios 2.8-9 ¨Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es un don de Dios; no por obras para que nadie se glorié.

Ahora vamos a aplicar las definiciones usadas para engañar las personas para ver como este pasaje se vuelve las palabras de Satanás.

¨Porque por gracia (el favor inmerecido que cubre los pecados sin cualquier necesidad de vivir sobria, justa y piadosamente)sois salvos (por medio de una ciega confianza que vamos al cielo si no dudamos; accesible a cualquiera) por la fe (de sólo creer sin ninguna obediencia a Dios ni haciendo cosa alguna que Dios dice); y esto no de vosotros, pues es un don de Dios; no por obras (aun las obras que Jesús nos mandó hacer, porque no seremos juzgados por ninguna obra que hacemos) para que nadie se gloríe.¨

Luego vamos a aplicar las sanas definiciones bíblicas de estos términos tan importantes para ver lo que Dios realmente está diciendo aquí.

¨Porque por la gracia (ensenándonos que debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos y vivir justa y piadosamente ahora) sois salvos (en el final de un camino estrecho y angosto en el cual tenemos que esforzarnos para entrar en él )por medio de la fe (que obedece las condiciones que Jesús enseñó como necesarios para alcanzar la Salvación) y esto no de vosotros (o sea nuestras propias condiciones) pues es un don de Dios; no por obras  ( muertas de la ley mosaica que ya fueran cumplidas) para que nadie se gloríe.